Tango Zen Has Come Home /Tango Zen Ha Vuelto a Casa
- Chan Park
- Oct 24
- 5 min read
Tango Zen Journal, October 24, 2025
Tango Zen Has Come Home.
Tango Zen Ha Vuelto a Casa. Leer en Español
This Wednesday in Buenos Aires, something profound happened.
The premiere of Tango Zen: Returning to Tradition wasn’t just a film screening. It was an experience—a living exhibition of the magical art of storytelling, guided by the masterful hand of director Juan Cruz Varela
Juan Cruz Varela and I first met many years ago during the making of Tango Your Life. When I returned to Buenos Aires in March 2023 after more than a decade away, we reconnected. Not long after, he proposed a new project: a film about my tango life. I hesitated. I didn’t think my story was worth documenting.
But he said yes—it is. And now I see it too.
Over two and a half years, he collected pieces of my life—fragments, memories, turning points—and wove them into a coherent and deeply human narrative. From my childhood in South Korea to my career in science and engineering, through personal struggles, and ultimately, into my discovery of tango and the creation of Tango Zen.
Watching it all on screen, I realized I wasn’t just seeing my own life. I was witnessing something bigger: the journey of returning to what matters.
The film opens and closes with messages from my mentor and dear friend, Ricardo Vidort. His presence frames the entire story—not just with words, but with a spirit that lives on in the embrace. His final question in the film still echoes:
“Who’s the better dancer—the one who shows how much he knows, or the one who tries to give you his heart, his feeling?”
This is what Tango Zen is about.
It’s not a method or a performance style. It’s an invitation to experience traditional tango through the lens of awareness, presence, and energy.
The film also features the voices and wisdom of two other mentors: Myriam Pincen and Pedro Sanchez. Their lives and stories represent the heart of traditional tango, and I’m so grateful
Juan Cruz captured them as they are—real, grounded, generous.
Several friends approached me after the premiere to say they didn’t know about Ricardo Vidort.
That admission struck me. It means this film is not just a personal reflection; it’s also a bridge. A way to preserve and transmit something that is slowly being forgotten.
That’s what I’ve been trying to do all along.
At one moment in the film, Cristina Diaz, a friend and strong supporter of the project in Buenos Aires, says something that stayed with me. She said I helped her express that tango is a meditation.
That is one of the most meaningful things anyone has ever told me.
I’m not here to perform or to impress. I’m here to reveal a hidden tradition—to open a space where energy, intention, and connection matter more than steps, spectacle, or self-promotion.
When Tango Zen was first published in 2005, a friend in Korea said that it elevated tango to a new level—one that acknowledged its spiritual depth.
Now, 20 years later, I can say this with confidence:
Tango Zen has come home.
This is not just my story.
It’s a story about all of us who are seeking to reconnect with what is real.
And I hope the film will inspire others—especially younger dancers—to find their own path back to the source.
To the tango that listens.
To the embrace that feels.
To the tradition that still lives on in Buenos Aires.
Thank you to Juan Cruz, to my mentors, to my friends, and to all who have supported me on this journey.
I am truly home.
— Chan
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Este miércoles en Buenos Aires ocurrió algo profundo.
El estreno de Tango Zen: Volviendo a la Tradición no fue simplemente una proyección. Fue una experiencia: una exposición viva del arte mágico de contar historias, guiada por la mano maestra del director Juan Cruz Varela.
Juan Cruz yo nos conocimos hace muchos años durante la realización de Tango Your Life. Cuando regresé a Buenos Aires en marzo de 2023, tras más de una década de ausencia, volvimos a encontrarnos. Poco después, él propuso un nuevo proyecto: una película sobre mi vida en el tango. Dudé. No pensaba que mi historia valiera la pena ser contada.
Pero él dijo que sí. Y ahora yo también lo veo.
Durante dos años y medio, reunió piezas de mi vida—fragmentos, recuerdos, momentos clave—y los tejió en una narrativa coherente y profundamente humana. Desde mi infancia en Corea del Sur hasta mi carrera en la ciencia y la ingeniería, pasando por luchas personales, y finalmente, mi descubrimiento del tango y la creación de Tango Zen.
Ver todo en la pantalla me hizo dar cuenta de que no solo estaba viendo mi propia vida. Estaba presenciando algo más grande: el viaje de volver a lo que importa.
La película comienza y termina con los mensajes de mi mentor y querido amigo Ricardo Vidort. Su presencia enmarca toda la historia, no solo con palabras, sino con un espíritu que sigue vivo en el abrazo. Su última pregunta en la película aún resuena:
“¿Quién es el mejor bailarín? ¿El que muestra todo lo que sabe, o el que intenta darte su corazón, su sentimiento?”
De eso se trata Tango Zen.
No es un método ni un estilo de espectáculo. Es una invitación a experimentar el tango tradicional desde la conciencia, la presencia y la energía.
La película también presenta las voces y la sabiduría de otros dos mentores: Myriam Pincen y Pedro Sanchez. Sus vidas e historias representan el corazón del tango tradicional, y estoy muy agradecido de que Juan Cruz los haya capturado tal como son: reales, con los pies en la tierra, generosos.
Varios amigos se me acercaron después del estreno para decirme que no conocían a Ricardo Vidort. Esa admisión me impactó. Significa que esta película no es solo una reflexión personal; también es un puente. Una forma de preservar y transmitir algo que poco a poco se está olvidando.
Eso es lo que he intentado hacer desde el principio.
En un momento de la película, Cristina Diaz, una amiga y firme colaboradora del proyecto en Buenos Aires, dice algo que se me quedó grabado. Dijo que la ayudé a expresar que el tango es una meditación.
Esa es una de las cosas más significativas que alguien me ha dicho.
No estoy aquí para actuar ni para impresionar. Estoy aquí para revelar una tradición oculta—para abrir un espacio donde la energía, la intención y la conexión importen más que los pasos, el espectáculo o la auto-promoción.
Cuando Tango Zen fue publicado por primera vez en 2005, un amigo en Corea dijo que elevó el tango a un nuevo nivel—uno que reconocía su profundidad espiritual.
Hoy, veinte años después, puedo decir esto con confianza:
Tango Zen ha vuelto a casa.
Esta no es solo mi historia.
Es una historia sobre todos los que buscamos volver a conectar con lo verdadero.
Y espero que la película inspire a otros—especialmente a los bailarines más jóvenes—a encontrar su propio camino de regreso a la fuente.
Al tango que escucha.
Al abrazo que siente.
A la tradición que todavía vive en Buenos Aires.
Gracias a Juan Cruz, a mis mentores, a mis amigos y a todos los que me han apoyado en este camino.
Estoy verdaderamente en casa.
— Chan


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